viernes, 20 de abril de 2012

Pío Baroja

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Pío Baroja perteneció a familias muy distinguidas y conocidas en San Sebastián relacionadas con el periodismo y los negocios de imprenta. Su bisabuelo paterno, Rafael, fue en Oyarzun impresor del periódico La Papeleta de Oyarzun y de otros textos durante la guerra contra Napoleón. Su abuelo del mismo nombre, Pío Baroja, editó en San Sebastián el periódico El Liberal Guipuzcoano (18201823) durante el Trienio Liberal e imprimió la Historia de la Revolución francesa de Thiers en doce tomos, con traducción de Sebastián de Miñano y Bedoya. Los hijos de Rafael Baroja, Ignacio Ramón y Pío, continuaron con el negocio de imprenta y un hijo de este último, Ricardo, tío del novelista, será, con el tiempo, editor y factótum del periódico donostiarra El Urumea. Entre los ascendientes de la madre había una rama italiana lombarda, los Nessi, a la que el escritor debe su segundo apellido.
Su primer apellido sí es de origen vasco si bien de etimología incierta. En sus Memorias el propio don Pío aventura una fantástica etimología, según la cual «Baroja» sería un apócope de (i)bar (h)otza, que en euskera significa 'valle frío' o 'río frío'. También podría proceder de Bar + oitz, 'río rojo'.
Pío fue el tercero de tres hermanos: Darío, que murió joven aún en 1894; Ricardo, que sería en el futuro también escritor y un importante pintor, conocido sobre todo por sus espléndidos aguafuertes, y Pío, el hermano menor, que dejaría la profesión de médico por la de novelista hacia 1896. Ya muy separada de ellos, nació Carmen, que habría de ser la inseparable compañera del novelista y la mujer del futuro editor de su hermano, Rafael Caro Raggio, ocasional escritora también. El padre de los Baroja, Serafín, era, al par que hombre inquieto y periodista de ideas liberales, un ingeniero de minas del Estado, lo que llevó a la familia a constantes cambios de residencia por toda España. El continuo ir y venir de su familia inculcó al futuro novelista la afición a los viajes y le permitió conocer bien el país, pero lo transformó en un desarraigado. A los siete años marchó con su familia a Madrid, donde el padre obtuvo una plaza en el Instituto Geográfico y Estadístico; sin embargo, volvieron a Pamplona y otra vez de nuevo a Madrid. Baroja se aficionó a la literatura mientras era joven, habiendo devorado buena parte de la literatura contemporánea desde el siglo XVIII después de clásicos juveniles como Stevenson, Julio Verne, Thomas Mayne-Reid y Daniel Defoe. Se libró del servicio militar, que le repugnaba. En 1891 terminó la carrera de medicina en Valencia y se doctoró en 1894 en Madrid con una tesis sobre El dolor, estudio psicofísico.

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